ALFONSO BENEDITO: Ayer le tocaba jugar una nueva jornada de fútbol a mi hijo con su equipo alevin del Burjassot CF contra un equipo de una población lindante a la ciudad de Valencia y con un importante arraigo futbolisticamente (prefiero omitir el nombre del equipo para no crear polémicas).
Lo primero que nos encontramos fue el jugar el partido de fútbol 8 en un campo de unas dimensiones muy reducidas, lo más parecido a un campo de fútbol sala. Además de esto los jugadores del equipo contrario se emplearon con una dureza excesiva, con entradas a los tobillos que ponia los pelos de punta, con provocaciones y gestos de mal gusto hacía nosotros, los padres. Lo peor de todo fue la pasividad del árbitro y de los entrenadores del equipo local ante estos hechos, no ocurrió nada grave de puro milagro.
Lo más triste fue ver al acabar el partido a unos niños rotos, llorando por lo que les había tocado vivir, aun así tuvieron el señorío de darles la mano a sus rivales al acabar el partido.
Por lo tanto me doy cuenta que hay muchos entrenadores que no están preparados para dirigir y educar futbolisticamente a niños de 10 y 11 años, al igual que árbitros que deberían hablar más con los chavales y entrenadores y evitar la violencia en el campo.
Tomen nota señores dirigentes del fútbol base!!