Quitarle el ojo a Nabil Ghilas  puede tener consecuencias. En el seno del Levante son conscientes de ello y a Lucas Alcaraz le va a tocar vigilarle al dedillo. Desde Orriols existe fe ciega en el futbolista. Su indiscutible talento ha sido el detonante para apostar por sus servicios tras la marcha de Barral, pero lo cierto es que algunos episodios a lo largo de su trayectoria profesional invitan a la incertidumbre y a estar siempre encima del delantero.

Olfato goleador tiene y calidad en sus botas atesora. Implicación en los primeros entrenamientos se le ve. Parece tener la ilusión del que se está iniciando...pero la apuesta tiene su toque de riesgo. Así lo reflejan alguno de sus recientes capítulos. Ghilas aterrizó el pasado ejercicio en el Córdoba y pronto se ganó la titularidad a las órdenes del 'Chapi' Ferrer...hasta que todo dio un giro radical con la derrota ante el Valencia. Una salida nocturna junto a otros futbolistas supuso su sentencia. Djukic lo excluyó de las posteriores convocatorias y el club le abrió un expediente disciplinario. Además, en uno de los partidos terminó encarándose con la grada y el último entrenador, José Antonio Romero, también lo apartó del equipo.

La alocada cabeza de Ghilas también se pudo comprobar cuando defendía los colores de la selección de Argelia. Unas desavenencias con el seleccionador, Christian Gourcouff, le privaron de uno de sus sueños: el de entrar en la convocatoria definitiva para disputar la última Copa de África. Todo un fiasco para el futbolista después de haber participado en el Mundial de Brasil.

Lucas Alcaraz, visto los antecedentes, va a tener que poner toda la carne en el asador para enchufar al futbolista a nada que vengan mal dadas en la temporada. Ghilas tiene gol, movilidad, va bien con ambos pies y además es polivalente en la parcela ofensiva. De hecho, se le ha visto jugar tanto de nueve como en ambas bandas. Un comodín de lujo, pero se le tiene que exigir.