PEPE RODRÍGUEZ / GOLSPORTMEDIA Mestalla recibió a Benítez rendido a sus pies. Una ovación y una pancarta gigante decía: "Gracias Rafa, nos regalastes los mejores años de nuestra vida". La afición no olvida aquellas dos Ligas y el título de la Copa de la UEFA. El técnico se llevó una gran alegría antes de la tragedia que se le avecinaba: empate y fin a su ciclo en el Bernabéu, dado que Florentino lo destituyó de manera fulgurante este lunes.

 

Benítez se marcha del Madrid por la puerta de atrás y humillado por el presidente, que le daba aplausos en público y puñaladas en la espalda: "Benítez es nuestro entrenador", "La confianza es total y con él van a llegar títulos" o "Benítez no es el problema y sí la solución".  Esas frases pronunciadas hace semanas por el mandatario merengue se han quedado en papel mojado. A Florentino le absorben siempre los caprichos de los pesos pesados del vestuario blanco y, cuando empieza a sentirse acorralado, echa balones fuera camuflando la realidad hasta que no tiene más remedio que dar el tijeretazo. Lo hizo afirmando que Ancelotti continuaría y, meses después, se anunció el fin de ciclo del italiano. Algo parecido sucedió con Mourinho más atrás.

 

Un par de comentarios de Cristiano en contra del que fuera entrenador del Valencia y la amenaza del luso con salir del club este verano pusieron patas arriba al presidente. Al final,  el mandatario tira de recurso fácil y antes se deja llevar por las voces de un vestuario caprichoso que baja a la tierra a sus futbolistas intocables. A aquellos a los que les escucha permanentemente y les consiente todo. Algo que, por ejemplo, no hizo con Casillas. La afición del Madrid pide títulos y buen juego, por lo que se puede entender que la filosofía de Benítez no comulge con la filosofía del club y el error esté en ficharlo. Pero lo que queda patente es que, una vez más, los vencedores de este capítulo son aquellos futbolistas que utilizaron las pertinentes artimañas para llevar a Florentino a prescindir del técnico.