PEPE RODRÍGUEZ / GOLSPORT MEDIA Un peso de encima se ha quitado el Ciutat de Valencia. En el mejor momento y ante el rival ideal. Un gol de Deyverson a siete minutos del final otorgó con total merecimiento la primera victoria del Levante en el presente curso. Era el examen más difícil y se sacó la nota más alta. De sobresaliente. Los azulgrana se vistieron de equipo grande para pasar por encima de un Villarreal irreconocible. El líder puede camuflar su mala imagen en Orriols alegando a la expulsión de Jokic. También al hecho de jugar competición europea. Pero lo cierto es que un vendaval granota le arrolló.

El 5-3-2 en el que se ha empeñado Lucas Alcaraz funciona ante los grandes. Al Barcelona se le aguantó media parte. Al líder se le noqueó. Cuando no toca emplearlo es ante rivales de tu Liga. Ahí mejor dar un paso al frente. Pero ante el Villarreal era ideal. Con tres centrocampistas se ganó la batalla del centro del campo. Trigueros y Pina no la olieron, por lo que no había conexión amarilla entre líneas. Nunca se sintió cómodo el equipo de Marcelino. La posesión de pelota era estéril. El que mayor sensación de peligro dio fue el Levante cada vez que robaba el cuero. En igualdad de condiciones ya se veía al equipo de Alcaraz mejor posicionado para la batalla. Areola ya tuvo que intervenir rozando la media hora para desviar con las piernas un remate de Deyverson en posición algo escorada. Anteriormente, Feddal cabeceó por encima del travesaño un saque de esquina. En el minuto 38, Jokic terminó por echarle la definitiva mano al Levante viendo la segunda cartulina amarilla por una entrada a Morales. Un milagro fue que el líder sobreviviera al descanso. Roger y Deyverson hicieron lucirse al portero francés, que comenzaba a ser el mejor de su equipo.

La intensidad granota aumentó todavía más tras el intermedio. Era un ahora o nunca. Camarasa dio más presencia ofensiva. El canterano se echó el equipo a la espalda y de sus pases salían acciones de peligro. Los azulgrana intentaron abrir el campo y colgaron centros desde ambas bandas. Los laterales ya subían hasta la línea de fondo. El partido caminaba hacia una sola dirección: la de la portería de Areola. El Villarreal no salía de su cueva. Asomarse al balcón del área de Rubén era una utopía. El líder estaba entregado a su suerte, pero respiraba ante la falta de remate azulgrana. Las acciones de peligro se sucedían, pero faltaba ese disparo final. La entrada de Ghilas por Roger no se entendió. Era el momento para jugar con tres delanteros. Alcaraz no lo vio así, pero la jugada le salió bien. El ex del Córdoba tendió hacia la banda izquierda y, tras pase de Camarasa, puso el cuero en el área para que Deyverson encontrara las redes en un remate nada sencillo con el interior. El brasileño tiene gol y talento.

Faltaban siete minutos. Parecía imposible el sufrimiento viendo el monólogo azulgrana de principio a fin. Un remate Mario en el descuento desde la frontal tras acción combinativa entre Trigueros y Jaume Costa fue lo único que hizo el Villarreal. Justo triunfo para mirar el futuro con optimismo.